En
el Nuevo Testamento, especialmente, leemos expresiones tales como las
siguientes: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros”,
“gracia y paz a vosotros”, “la gracia de Dios se ha manifestado”, “por gracia
sois salvos”, “justificados por la gracia”. Infinidad de veces se utiliza esta
palabra aplicables a diferentes aspectos del trato de Dios con el hombre.
Para entender como actúa la gracia de Dios definamos, primeramente, qué cosa es
gracia: Por gracia podemos entender toda la suficiencia de Dios manifestada en
medio de la insuficiencia humana. La gracia de Dios puede manifestarse en
muchas formas, áreas o aspectos del trato de Dios con los hombres, pero en esta
tarde quiero referirme a dos de ellas para dar respuesta a la pregunta que nos
hacen: “la gracia salvadora de Dios” y “la gracia sustentadora de Dios”
El Apóstol Pablo nos dice en Efesios 2:5 y 8: “Aún estando nosotros muertos en
delitos y pecados, nos dio vida juntamente con Cristo, “por gracia sois
salvos...porque por gracia sois salvos, por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios, no por obras para que nadie se gloríe”. En Tito
3:4-7 nos dice Pablo: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestra
salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia
que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de
la regeneración y por la renovación en el Espíritu, el cual derramó en nosotros
abundantemente por Jesucristo nuestro salvador, para que justificados por su gracia,
viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de vida eterna”
La manifestación de la gracia salvadora de Dios queda manifiesta por el hecho
de la imposibilidad e incapacidad del hombre para salvarse a sí mismo. El
hombre separado de Dios a causa de sus pecados, muerto en sus delitos y
pecados, le es imposible por sí solo, reaccionar y modificar su situación ante
la presencia de Dios, si no fuera porque Él, que es la fuente de toda gracia,
lo pusiera en capacidad para levantase de su condición. Es la gracia de Dios la
que le hace entender su necesidad espiritual, es la gracia de Dios la que le
capacita para el arrepentimiento y es la gracia de Dios la que le provee toda
la misericordia y perdón al pecador arrepentido.
Pudiéramos compararlo al bebé, que incapaz de proveerse por sí mismo los
alimentos a causa de todas las limitaciones, la madre se los coloca en la boca
y él solo tiene que masticarlos y digerirlos. Por eso Pablo dijo “no desecho la
gracia de Dios”. Cuando el hombre desecha la gracia de Dios y menosprecia Su
gracia salvadora queda indefenso y expuesto a perdición, como el bebé
abandonado en un desierto.
Pero la gracia de Dios se manifiesta también sustentando al creyente, en medio
de sus crisis materiales o espirituales. Pablo nos relata su experiencia y nos
dice que la prueba por la cual él estaba pasando era tan dura y tan difícil que
él la comparó a “un aguijón en la carne” como producto de una lucha espiritual
que mantenía con “un mensajero de Satanás que le abofeteaba” (2 Cor 12:1-13).
Esta lucha constante e interminable había producido en su vida un estado de
incapacidad, de frustración y debilidad que le movió a clamar a Dios por tres
veces seguidas para que quitase ese “aguijón en su carne”, o sea, que lo
liberara de esa lucha. Pero las palabras que vinieron de parte de Dios a él
fueron: “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad”
La experiencia de Pablo nos enseña lo siguiente: Que la prueba a la cual él fue
sometido fue por permisión divina para los propósitos siguientes: a) v. 7 ,
para evitar el orgullo espiritual que hubiera podido producir las revelaciones
de Dios; b) v.9, para hacerle entender lo mísero y desventurado que era, si tan
solo Dios lo dejara a expensas de sus propias fuerzas; c) para moverlo a la
oración y búsqueda de Dios y d) porque la única forma de que Dios puede
manifestar su amor, ayuda, poder y consuelo a sus hijos era permitiendo
circunstancias en medio de las cuales sus hijos necesitasen su ayuda.
Para concluir, podemos decir, que solo la gracia de Dios es capaz de
sostenernos en nuestras flaquezas. Ella está a nuestra disposición cuando la
necesitamos. Él nos dice, “bástate mi gracia porque mi poder se perfecciona en
vuestra debilidad”. La gracia de Dios esta siempre a disposición de todos los
creyentes que con sinceridad reconocen su debilidad y con sinceridad se acercan
a Dios. Todo aquél que se atiene a la gracia de Dios y su misericordia para
vivir fuera de la voluntad de Dios no podrán experimentar esa bendición hasta
que de veras se arrepientan de su actitud. La gracia no es un comodín para los
carnales, es una bendición para los espirituales.
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