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sábado, 1 de octubre de 2011

EXALTACIÓN Y HUMILLACIÓN

Mensaje Radial 
Muy buenas tardes estimados hermanos y amigos que en esta hora nos sintonizan para juntos participar de estos momentos de reflexión espiritual, pensar un poquito en las cosas eternas y perdurables y con la ayuda de Dios poder ser participantes de todas las bendiciones que Dios nos prodiga diariamente.

E
n esta tarde quiero llamar su atención a una experiencia que tuvo el mismo apóstol Pablo y que él mismo narra en su segunda epístola en su Segunda Epístola a los Corintios en el cap. 12 y vs. 1 al 10.

Entre las grandes experiencias de Pablo se encuentra aquella en la cual, en un momento determinado de su vida, fue trasladado al mismo Paraíso. La palabra Paraíso en la Biblia, se aplica al lugar donde moran transitoriamente los que han sido salvados por Cristo y han partido para “estar con el Señor”.


Indiscutiblemente que el Paraíso es un lugar sublime que nuestras palabras son incapaces de describir el estado de bienaventuranza de aquellos que en estos momentos esperan su glorificación final. Fue allí, precisamente, a donde fue elevado el apóstol Pablo, dándonos testimonio de que él oyó en aquel lugar “palabras inefables que no le es dado al hombre expresarlas”. Por el testimonio de diferentes hermanos y hermanas a los cuales Dios le ha dado este privilegio también y que cuentan de sus testimonios en este sentido, podemos entender la realidad de ese lugar, lo glorioso de ese lugar, lo maravilloso de ese lugar, siendo ese lugar una realidad experimental para todos aquellos que siguen fiel a Jesucristo.

A ese paraíso fue llevado Pablo para dar testimonio del mas allá aquí en la tierra. Esta y otras experiencias de carácter espiritual podían ser motivo a Pablo de enorgullecimiento y agrandamiento como él mismo expresa.


Resalto este aspecto, porque justo, este es uno de los peligros al cual están expuestos los líderes espirituales: el orgullo producto de sus experiencias.


Dios comienza a obrar, Dios comienza a bendecir, Dios comienza a prosperar y de igual forma Satanás comienza su obra, su operación. A “dar manija” (cuerda) y allí, en el fuero interno del líder comienza a surgir un leve pensamiento, un leve sentimiento y como en el caso de Nabucodonosor, surge en su mente pensamientos como: “¿No es esta la gran iglesia que yo he levantado?”. El diablo le susurra: ¿No te has fijado como cuando tu oras los enfermos se sanan?, “Fíjate que tu eres diferentes a los demás”, “¿Te fijas a donde has llegado?”.

Sin embargo, Pablo, conocedor perfecto de la naturaleza humana, decía él, que si él quería, tenía razones parta enorgullecerse, pero sin embargo no lo hacía para que nadie pensase de él mas de lo que veía en él y oía de él.


Pero el mismo Pablo nos revela que justamente, con estas experiencias sublimes, tenía otras experiencias no tan lindas, no tan agradables y estas experiencias eran las mismas luchas que con el propio Satanás. El dice: “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en la carne, un mensajero de Satanás que me abofetee para que no me enaltezca sobremanera”.

Esta expresión, “un aguijón en la carne” con lo cual él denomina sus luchas, ha sido interpretado de diferentes formas. Algunos creen que con esta expresión él se refería a un problema de carácter ocular que le impedía hacer la obra de Dios a cabalidad.
Se basan en el hecho de que él necesitaba un amanuense para que le escribiera sus epístolas, y que cuando él lo hacía tenía que escribir en letras grandes: “Mirad con cuan grandes letras os escribo”, decía él a los gálatas. Otros creen que eran luchas espirituales, quizás alguna debilidad de carácter personal con la cual tenía que estar luchando constantemente y de lo cual Satanás se aprovechaba para inquietarlo. Personalmente creo a esta última interpretación. Deseo recordar que Pablo era un ser humano igual que otro cualquiera. A veces en sus exabruptos solía decir: ¡Ojalá se mutilasen todos los que os perturban¡. Pero lo cierto es, que detrás de sus luchas estaba la mano permisiva de Dios para hacerle entender a Pablo su incapacidad, su debilidad, su inutilidad si tuviera que luchar con sus propias fuerzas.

Era, precisamente, en medio de su lucha que él sentía la necesidad de dependencia de Dios y en ese tiempo de oración y clamor ante Dios era que podía oír las palabras alentadoras, ayudadoras, fortificantes de Jesucristo diciéndole: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en tu debilidad”.
¿Dónde comienza la caída del líder? . Cuando a causa de su prosperidad comienza a creer que es algo, que es autosuficiente. ¿Cuando comienza la caída de un líder? . Cuando comienza a creer que otros si, pero él no. ¿Cuándo comienza la caída de un líder? Cuando comienza a creer a los elogios que Satanás le otorga por medio de sus voceros, que a veces son las amistades mas allegadas.

Recuerde que el golpe más fuerte se lo da el que mas alto del suelo está.

Todo esto nos enseña a las claras el por qué Dios permite las pruebas, las luchas, los conflictos, y aun a veces, los fracasos: para enseñarnos lo mismo que el apóstol aprendió y enseñó a los corintios cuando les decía: ¿Quién te distingue, o qué tienes que no hayas recibido, o si lo recibiste, por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?. El reconocimiento de lo que somos, lo que tenemos, el lugar que ocupamos en la obra de Dios, todo es producto de la misericordia de Dios, a quien le ha placido contratar a sus “siervos inútiles” para hacer su obra, y el reconocimiento de que solo la gracia de Dios manifestada de una forma liberal en nosotros nos pone en capacidad para sostenernos y mantenernos humildes y en la voluntad de Dios.

"Nadie tenga mas alto concepto de si del que debe tener sino piense de sí con cordura, conmferme a la madida de fe que Dios repartió a cada uno"


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