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sábado, 1 de octubre de 2011

DÍA DE LOS PADRES

Es el tema que quiero tratar ahora es el relacionado con el Día de los Padres. Probablemente, ese día, en la mañana, usted se despierta recibiendo las felicitaciones de sus hijos, de su esposa y quizás de otros familiares y amista­des por el hecho de que usted es padre o un padre de familia. Es precisamente esta circunstancia la que quiero aprovechar para hacerlo reflexionar en su condición de padre.



Quiero comenzar haciéndote una pregunta: ¿qué es ser padre? Posiblemente la respuesta varíe de acuerdo a la persona a quien se le pregunte. El asunto es que para dar respuestas apropiadas hay que tener conceptos apro­piados y si estos conceptos no se han formado realmente es imposible dar respuesta satisfactoria. Es precisamente lo que pasa con esta palabra, o con esta condición, la condición de ser Padre. Usted podrá decirme: Padre es aquel que ha tenido la capacidad y el pri­vilegio de haber engendrados hijos e hijas. Sin embargo el hecho de que usted tenga muchos o pocos hijos no quiere decir que usted sea necesariamente Padre, porque la palabra padre no involucra solamente el acto de la procreación.



Si nos regimos por este principio, un caballo también es padre, un chivo también es padre porque tienen la misma capacidad que tiene usted de procrear, sin embargo ni el caballo reconoce al potro que engendró ni el chivo al chivito que procreó. Tal parece, que el concepto de padre, aunque usted no lo entienda involucra algo más que engendrar. Yo conozco chicos que con mucho orgullo le llaman Padre a un hombre que no necesariamente­ lo engendró, sin embargo lo conocen corno tal.



A medida que ha pasado el tiempo y al igual que ha sucedido con otros conceptos, éste, el de Padre, se ha ido deteriorando a tal extremo que en muchos casos el hombre, tomando una actitud meramente animalesca, sin conceptos de lo que implica el traer una criatura al mundo se convierten en algo menos que un Padre. Tal parece que son simples padrillos sin importarles después el resultado de la unión con su mujer. Esto nos lleva a pensar, a recapacitar y a indagar y para poder ayudar, buscar el concepto verdadero, resca­tar el verdadero principio qua implica ser padre. Si vamos a la Biblia, la palabra de Dios, nos daremos cuenta en­seguida que ser padre más que una capacidad reproductiva, es una condición, es una actitud regida por principios básicos, elementales que si se pasan no podemos ejercer esa vocación a cabalidad.. No podremos darnos cuenta del papel que jugamos como tales dentro de la sociedad y más aun dentro de los planes de Dios.


Dentro de la enseñanza general de la Palabra de Dios, hay cuatro elementos básicos que tiene que tener en cuenta un hombre cuando se dispone con su esposa a traer una criatura al mundo, cuatro elementos que lo constituyen en Padre, aún cuando no sea precisamente el progenitor de la criatura.



En primer lugar tiene que tener la capacidad de cuidar y proteger. El verdadero padre cuida y protege a su hijo. Para esto tiene que reconocerlo como tal. El cuidado y la protección implica una responsabilidad sumamente grande, especialmente delante de Dios, porque demanda tiempo y trabajo. El verdadero padre tiene que estar conciente de los peligros a los cuales está expuesto su hijo o hija. Estos peligros son de varios matices, físicos, espirituales, mó­rales. El verdadero Padre tiene que estar conciente de la incapa­cidad de sus hijos para percibir y entender el peligro que se cier­ne sobre ellos en determinadas circunstancias y debe ser el, el Padre, quien le brinde la protección, le dé el cuidado para no per­mitir que sea dañado en estos peligros.

Desde un niño pequeño que juega con una tijera o un cuchillo; el chico que por estar en la “onda” fuma sus cigarrillos para creerse que es hombre, el joven que frente al televisor llena su mente se películas pornográficas; los otros que con sus grupos de a consumen la marihuana y otros tipos de drogas, otros que corren y recorren las calles sin rumbo fijo a expensas de los corruptores de meno­res. Es, en esas circunstancias, donde tu, padre que me escuchas, tienes la obligación, ante Dios y la sociedad de proteger a tu hijo, orientarlo, enseñarle, darle protección y si es necesario ponerle mano fuerte para su beneficio y tu beneficio. Yo se que es más fácil desentenderse o dejarlos a sus propias expensas. Yo se que tu tiempo es limitado, pero por sobre todas las cosas tú eres Padre y esta labor te corresponde a ti y no al vecino.

Desde el punto de vista moral y espiritual, Dios espera de ti que seas capaz de dedicar tiempo a enseñarle principios morales y espirituales cristianos; para poder hacerlo, tú tienes que ser un ejemplo para ellos. Para ser un ejemplo para ellos tienes que vivir la vida cristiana tal y como lo establece Dios en su Palabra y para vivir la vida cristiana verdadera tienes que convertirte a Cristo. A partir de tu experiencia de salvación a partir de tu conversión a Cristo es que te encuentras en capacidad para conducir a tus hijos hacia Cristo y ellos también puedan vivir la vida cristiana.

En segundo lugar, para ser un verdadero Padre tienes que brindar amor amor paternal. Amor paternal no es paternalismo lastimoso que provoca en el hijo un sentimiento de impotencia, un falso concepto de sus capacidades personales, un estado de dependencia perenne en el chico en menoscabo de su propia personalidad e identidad. El amor Paternal se manifiesta, cuando el Padre es capaz de sacrificarse por su hijo con el propósito de que logre objetivos concretos en la vida. El amor paternal se manifiesta cuando es capaz de renunciar a su tiempo, gustos, bienestares para procurar un futuro estable para su hijo. El amor paternal se manifiesta cuando el padre es capaz de comunicar con su hijo, entenderlo,identificarse, apoyarlo y con sus palabras y acción; inyectar en el chico una visión correcta de las cosas y un concepto claro de lo que se propone. El amor paternal, da tiempo, trabajo y emplea recursos materiales para que salga adelante, ayudándolo forjarse en la vida; el amor paternal no anula la iniciativa del muchacho, sino que la incentiva para que este corresponda ala altura del amor que se le prodiga. El amor paternal sabe llorar y sabe reír por y con el hijo.



En tercer lugar para ser un verdadero Padre tiene que saber aplicar la disciplina correcta a tu hijo. La disciplina es el arte de saber corregir produciendo actitudes positivas en el individuo. Si la disciplina que aplicas tu hijo no surte efecto tiene que reconsiderar la situación, estudiar y probar nuevas formas. Alguna dará resultado. Pero no puedes dejar de hacerlo. La disciplina es una actividad que le corresponde al verdadero Padre y el descuidarla trae por consecuencias chicos torcidos, desubicados no solo en el hogar, sino en la sociedad; repudiados por todos, sin capacidad para reconocer autoridad y mucho menos para sujetarse a ella. Si no aplicas la disciplina a tiempo estarás cosechando un candidato a drogadicto, a la cárcel o al cementerio.

Ahora, cuando hablo de corrección no me refiero a la actitud de algunos Padres que antes que correctores de errores de convierten en verdugos implacables de sus hijos. Esta actitud produce los mismos efectos que la falta de disciplina. La disciplina hay que aplicarla en tiempo y forma. A destiempo no produce efecto. La disciplina hay que aplicarla sabiamente, con medida, con templanza, sin violencia y con tino. Así podrás ver, como Padre, tu hijo caminando por camino derecho.

Y en cuarto y último lugar, para ser un verdadero Padre, Dios te responsabiliza a darle la verdadera orientación espiritual a tu hijo. Para esto tienes tú que serle de ejemplo. Tienes que guiarlo a la iglesia, pero tiene tú que ir con ellos. Tienes que infundir amor por la lectura de la Biblia, pero tienes tú que ser un lector amoroso de la Biblia. Tienes que enseñarlo a orar, pero tienes que ser tú un ejemplo de hombre de oración. Si quieres que digan la verdad, no seas tu un mentiroso. Si quieres que no roben, tienes tú que ser honesto con el dinero ajeno y con el propio. Tienes tú como Padre que ser la punta de lanza en todo, así ellos te seguirán y podrás cosechar hijos que amen a Dios y te respeten a ti a su madre.

Padre que me escuchas, hoy, cuando todos te felicitan, ¿pudieras tú decir que Dios sería capaz de felicitarte a ti por tu actitud como Padre? En esta hora reflexiona, levanta tu vista al cielo y recibe de parte de Dios la capacidad plena para ejercer tu carrera como padre. Te invito a orar junto conmigo.


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