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sábado, 1 de octubre de 2011

BUSCAD A JEHOVÁ MIENTRAS PUEDA SER HALLADO


En otros escritos ( Ver "La Doctrina de Dios"), he tratado en relación con el Dios en que los cristianos evangélicos creemos. En ese Dios verdadero, creador del "cielo y de la tierra, eterno, omnipotente, omnisciente y omnipresente. Ese Dios, que aunque trascendente, sin embargo se deja sentir ó hacer, ver la realidad de su existencia sin necesidad dé confundirse con las cosas que él mismo ha creado. Ese Dios es personal, omni-inteligente, omni- sabio, que siente y padece, que se duele porque sus sentimientos son perfectamente puros y tiene la capacidad para decidir de una forma permanente. Este es en resumen lo que en escritos anteriores hablado.


En este escrito, quiero presentarte otro aspecto de ese Dios que nos revela la Biblia y en el cual creemos nosotros los cristianos evangélicos. Me refiero a su capacidad para dejarse encontrar de aquellos que le buscan con sinceridad y de todo corazón. La Biblia en el libro del profeta Isaías dice."Buscad a Jehová mientras pueda ser hallado, buscadle en tanto que esta cercano, deje el hombre inicuo sus pensamiento y vuélvase a Jehová, el cual es amplio en perdonar y tendrá de él misericordia" (55:6-7).


 La historia del hombre se puede traducir en una búsqueda constante, de su bienestar, su felicidad, la paz interna, la tranquilidad, el sosiego y la seguridad. El hombre busca lo que ha perdido, o sea, todos los elementos vitales para la subsistencia espiritual de su alma. El enemigo del hombre, llamado Satanás, que aunque quizás usted cree que es una ficción, sin embargo, es una realidad evidente. Ese enemigo de usted, (se ha aprovechado de las necesidades más profundas del hombre para ofertar­le soluciones por medio de fórmulas erradas y caminos torcidos que han sumido al hombre en la desesperación, en la infelicidad, destrucción y muerte. Desde el principio de la historia humana vemos al hombre tratando de salvar la distancia entre él y Dios. Tratando de encontrar aquello que sabe que necesita, aquello que satisfaga las nece­sidades internas de su alma, tratando de forjarse su propio paraíso; sin embargo la historia del hombre a lo largo de las edades no ha sido más que fracaso, desesperación y frustración.


Esta situación ha llevado a algunos al escepticismo, sumiéndose en la mas angustiosa desesperación, confusión, y rebelión contra las cosas espirituales. A otros los ha llevado a forjarse su propio camino, su propia forma, su propia religión, pensando que cada cual tiene la facultad de acercarse a Dios como a cada uno le parece.


En medio del caos, la confusión, la oscuridad espiritual que el mismo hombre se ha tendido y que el mismo Satanás ha aprovechado para guiarlo por sendas equivocadas, podemos hacernos unas preguntas: ¿podemos encontrar verdaderamente a Dios?, ¿podemos participar de su presencia en nuestras vidas?, ¿podemos hacer su voluntad?, ¿podremos encontrar en ese Dios que nos creó la satisfacción plena de todas nuestras necesidades y la seguridad eterna que nuestras almas necesitan? Nosotros, los cristianos evangélicos, podemos contestar, de una manera categórica, con toda la convicción proveniente de nuestra experiencia espiritual con ese Dios espiritual y personal, que sí podemos, pero para encontrar a Dios no le pode­mos marcar a él pautas, sino que tenemos nosotros que ajustarnos a las pautas y a la fórmula que él ha establecido para bienestar del hombre.


 Dios, por medio de Isaías nos dice, aún más nos ordena: "¡BUSCAD A JEHOVA! para que pueda ser hallado". La primera condición que Dios te propone es: BUSCARLE ahora. Tú podrás decir “yo le busco”, sin embargo no estarle buscando correctamente. Quiero, por tanto, ayudarte en tu búsqueda. Vamos tú y yo a analizar primeramente qué no es buscar a Dios:


a) Buscar a Dios no es bus­carle a tientas, como en un lugar oscuro o como una aguja en medio del pasto.

b) No es lanzarse en una empresa incierta buscando a Dios y encontrando otra cosa, salir defraudados y volver a estar  peor que antes.

c) Tampoco es lanzarse en una carrera desesperada por cualquier camino que le indiquen a uno.


Estas no son formas de buscar a Dios, y lamentablemente, en la actualidad, estos son los métodos que muchos utilizan y salen defraudados. 

¿Qué es buscar a Dios? ¿Cuáles son sus implicaciones? Vayamos a la Biblia. Ella es "lámpara a nuestros pies y lumbrera a nues­tro camino" (Salmo 199:105). 

El primer paso lo encontramos en el libro primero de las Crónicas dice: "Poned ahora vuestros corazo­nes y vuestros ánimos en buscar a Jehová vuestro Dios..." Es necesaria, pues, una disposición de ánimo y con corazón sincero en nuestro empeño de encontrar verdadera­mente a Dios.


Pero hay un segundo paso que marca Dios para el hombre. Lo encontramos en el Salmo 138:6: "Porque Jehová es excelso y atiende al humilde, más al altivo mira de lejos", y en el Salmo 25:9 dice: "Encaminará a los humildes por el juicio y enseñará a los mansos su carrera”. Esto nos enseña que Dios necesita corazones humildes para poderse revelar a ellos. Al orgulloso, agrandado y altanero aborrece Dios, nos enseña la Biblia. A aquél que se las sabe todas, a Dios le es imposible revelarse, porque él mismo se constituye en el peor obstáculo. Irre­misiblemente, insoslayablemente, invariablemente tienes que humillarte ante la excelsitud y majestad de tu Creador. Esta actitud te lleva a un tercer paso.


El tercer paso es aceptar incondicionalmente la formula de Dios. Para esto, Dios te manda a renunciar a tus propios caminos y pensamientos. El dice: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a Jehová". Tenemos que renunciar a nuestras formas de buscar a Dios, tenemos que desechar nuestros caprichos, tenemos que desoír las voces ajenas que interfieren la voz de Dios ésa voz que ahora mismo estás escuchando y que te habla a tu corazón. Tienes que saber escuchar la voz dulce de Dios que te invita diciendo: “A todos los sedientos:- Venid a las aguas, a los que no tienen dinero, venid, comprad , comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio vino y leche...”, "Inclinad "vuestro oído, venid a mí y vivirá vuestra alma y haré con vosotros pacto eterno", dice Dios”.


 Disposición de ánimo, humildad y aceptación incondicional de lo que Dios te ofrece son tres factores imprescindibles en tu búsqueda de Dios.


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