Contenidos

viernes, 30 de septiembre de 2011

LA FE QUE ALCANZA EL MILAGRO


Apreciados hermanos y amigos, quiero llamar su atención a un pasaje de las Santas Escrituras, las únicas Escri­turas que verdaderamente se le pueden llamar santas en el sentido astricto y absoluto de la palabra, pasaje que nos habla acerca de un hombre incapacitado para poderse mover por sus propios medios ya que sus pies estaban completamente inutilizados. En ocasiones hemos visto y quizás hemos conocido personas en es­ta misma condición, sin embargo podemos declarar que si hacemos un recuento de todas las enfermedades existentes en el mundo so­lamente mencionando el nombre de cada una de ellas pudiéramos escribir varios libros.



Amigo o amiga que me escuchas yo te animo en esta hora a venir, Jesucristo, anímate y permite que Jesús te limpie de todo pecado y verás los efectos tremendos tanto en tu vida espiritual como en tus problemas físicos.




Pero en éste incidente del paralítico que es traído a Jesús nos damos cuenta de que lo más importante no es la enfermedad o las enfermedades, sino la actitud que se asuma ante estos azotes corporales que infligen tanto daño a las personas. En el cap. 9 y v. 2 de San Mateo se nos narra la historia de un paralítico que había sido traído a Jesús por unos amigos, tendido sobre una cama y siendo colocando a los pies del Señor.

Allí estaba, las gentes que les rodeaba solamente podía ver una escena conmovedora, una situación externa con la cual ellos estaban relacionados. No era el primero que veían en esa condición. Pero lo cierto es que las personas que traían al paralítico se dirigieron a Jesús. En este punto yo te preguntaría en esta tarde en tus problemas, en tu enfermedad ?a quién acudes?. Es posible que estés recorriendo infructuosamente pueblos y barrios detrás de personas que te prometen sanar tus enfermedades, resolver tus problemas económicos, sacarte de tus apuros y desesperación, pero tienes que reconocer que has sido defraudado, que te han engañado, y al igual que estos hombres, debes acudir a Cristo, el único capaz de transformar y cambiar tu situación.

Escucha lo que dijo Jesús y lo que consideró Jesús en este caso. Dice la Palabra de Dios que Jesús vio la fe de ellos. El único que capaz de considerar el grado de fe de una persona para recibir es Jesús. La Biblia dice que él es el autor y consumador de la fe. Pero la fe de ellos fue dirigida a Jesús. Tu podrás decir: “Yo tengo mucha fe", pero lo más importante es: "En quién está colocada tu fe". Si tu fe está puesta en otra cosa o en otra persona que no sea Jesús, tu fe es simplemente vana, sin frutos. Jesús, junto con la fe del individuo ve también el estado de ánimo del individuo. Jesús le dijo nuevamente: "Ten animo hijo" ¿Por que lo insta a tener ánimo también? El asunto es que el estado de ánimo de la persona influye ya positivamente ya negativamente para obtener victoria sobre sus situaciones.

El estado de ánimo no tiene que ver con las circunstancias que rodean al individuo, sino con el individuo mismo. Ante una misma situación dos personas pueden reaccionar diferente, asumirla con optimismo o dejarse aplastar por el pesimismo. Hay quien se tira y se abandona cuando su estado anímico está en baja. Hay quien se crece ante las circunstancias no permitiendo que ellas le afecten anímica­mente. Para recibir sanidad tanto física, mental o espiritual es necesario levantar el ánimo del decaído. Quizás me digas: pero no tengo ánimo para nada. Yo te contesto: dirígete a aquél a quien se dirigieron estos hombres con el paralítico, a Jesús. El te puede dar el ánimo que necesitas. Quiero que sepas que la obra que Dios hace en la persona es siempre de afuera, él necesita ver tu fe actuando y dirigiéndose hacia el. Él también puede imprimir en tu alma el animo que necesitas si te diriges hacia el. Oye las palabras de Jesús en esta hora: “Hijo, hija, ten ánimo”.

Y lo último que ve Jesús en este hombre, y esto revelado por sus palabras, es el problema mas agudo en este hombre era EL PECADO. El pecado separa de Dios, es una barrera que impide la comunicación con Dios.

El pecado destruye toda esperanza de solución espiritual para el hombre. Para esto Jesús pronunció sus palabras libertadoras del mal espiritual: “Hijo, tus pecados son perdonados”. Cuando Jesús perdona el pecado trae paz al corazón. Restaura la amistad con Dios, trae confianza y seguridad en Dios. Nos hace sentir verdaderos hijos de Dios.

“Tus pecados te son perdonados” son palabras que van dirigidas a corregir el mal mas importante de este hombre; que lo sumía en un estado de infelicidad absoluta: El pecado.

El apóstol Pabló dice; "Por cuanto todos pecaron, y están destituídos de la gloria de Dios" y Juan nos dice: “La sangre de Jesucrito nos limpia de todo pecado". En síntesis el problema de este hombre se soluciona aunando tres factores importantes:

1o. Su fe puesta en Jesucristo.
2o. Un ánimo dispuesto para recibir lo que necesitaba
3o. Lo más Importante: la destrucción de la barrera que impedía su acercamiento a Dios, el pecado.

Los resultados fueron evidentes: “Jesús le dijo: levántate, toma tu lecho y vete a tu casa, entonces el enfermo se levantó y fue a su casa".

No hay comentarios:

Publicar un comentario