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sábado, 1 de octubre de 2011

NO CON SOLO PAN VIVIRÁ EL HOMBRE


"El respondió y dijo: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" Mateo 4:4
La inmensa mayoría de los hombres creemos en la existencia de un Dios que todo lo ha creado. Como es natural el hombre es creación suya. SI leemos en la Biblia, pronto nos daremos cuenta que el hombre es una criatura tanto física como espiritual. La parte física del hombre es este maravilloso cuerpo y su parte espiritual es su alma o espíritu. Esto es corroborado por la misma Biblia en Génesis 2 :7 "Entonces Jehová Dios formo al hombre del polvo de la tierra, y soplo en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente".
San Pablo, hablándole a los Tesalonioenses les decía en su primera carta en 5:23, "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo".



Dios creó al hombre y lo colocó en este hermoso planeta para que se preocupara, tanto por su bienestar físico como por su bienestar espiri­tual. Sin embargo notamos, lamentablemente, que el humano ha errado al descuidar y restar importancia a su bienestar espiritual y preocupán­dose desmedidamente en su bienestar material, quitándole a lo espiritual lo que le pertenece y dándole a lo material lo que no le corresponde.

Por ejemplo: todas las actividades del individuo común y corriente, sean cuales fueren, su clase social, su ideología, su raza o su posición económica se centran en el cuidado de su cuerpo o en hacer provisión para gustos materiales en un 98% dándole una ínfima parte o nada a su alma. Es como si echara una gota de agua en el desierto creyendo que con eso bas­taría para hacerlo fructificar. Ilustremos estar verdad: Temprano por la mañana aseamos al cuerpo, desayudamos para sostener el cuerpo, vamos a trabajar para dar confort al cuerpo, vestirlo, alimentarlo, perfumarlo; a medio día llegamos a la casa y lo primero que preguntamos es si ya está el almuerzo y después de almorzados nos tiramos a dormir la siesta, y todo, para que el cuerpo se sienta bien; por la noche cenamos y después volvemos a la cama a descansar el cuerpo de seis a ocho horas que si las une al tiempo de la siesta no se bajarían de 10 o más horas de descanso para el cuerpo y todo acto independientemente del tiempo que pasamos frente al televisor para distraernos y pasar el tiempo.

Después de este análisis la pregunta que cabría es:¿Que usted está proveyendo para su alma, esa parte espiritual del ser que clama día por otra cosa diferente?. Las Sagradas Escrituras nos dice que somos "cuerpo, alma y espíritu". Esto nos evidencia que de las tres ter­ceras partes del ser, dos son espirituales y la otra física o material, por lo tanto las demandas y necesidades del espíritu son mayores y más importantes que la parte física o material, o sea el cuerpo.

¿Por qué, pues, el hombre está sumamente despreocupado o ignorando sus necesidades espirituales y está tan afanado por sus necesidades mate-
riales? La Biblia nos da la respuesta, San Pablo nos dice en Efesios 2:1: "que el alma está muerta en delitos y pecados”, por lo cual está in­sensible e inconciente respecto a su necesidad. El descanso físico satis­face al cuerpo, no al alma; el asado no alimenta al alma, el buen vino no alegra el corazón, los pick nick no satisfacen las necesidades profun­das del ser humano, por eso fue por lo que Jesucristo dijo "No con solo pan vivirá el hombre, sino con toda palabra que sale de la boca de Dios.

¿Son malos los bienestares físicos que damos al cuerpo? Realmente mu­chos de ellos no, aunque lamentablemente otros sí, porque atentan contra Dios, contra nosotros y a veces contra el prójimo. Toda esta situación ha producido en el hombre mucha infelicidad interna, angustia, vacío, inestabilidad y desorientación. En algunos casos muchos se preguntan: ¿Por que si lo tengo todo me siento tan infeliz y deprimido? Todo esto no es más que producto los efectos de una causa: LA FALTA DE DIOS EN EL CORAZÓN. Lamentablemente a Dios, muchas personas lo tienen solo en la mente, a veces, o en la boca cuando "aprieta el zapato". Esta actitud produjo que Jesucristo le dijera a los religiosos de su tiempo: "Este pueblo de labios me honra, más su corazón está lejos de mÍ"(Mat. 5:l8)

Y mientras tanto que este mismo pueblo desfallece de hambre y sed es­piritual: "Jesucristo dice: "Venid a mi todos los que estáis trabajados y cansados que yo os haré descansar". Todos los esfuerzo humanos para librarse de su angustia, todos los métodos que ha inventado el hom­bre para librarse de su ansiedad son nulos y solo conducen a la frustración y desesperación. Sin embargo Dios ha provisto la forma, ha establecido un plan para tu recuperación espiritual, pero tienes que creer a Dios. Escucha bien, La Biblia dice: "Por cuanto todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios", "No hay .justo ni aún uno". Lo primero que tiene que hacer toda persona es reconocer su condición de pecador ante Dios.

El pecado separa de Dios y hace infeliz al hombre. Este es el primer paso para tu victoria: reconocimiento de tu situación ante Dios. La Biblia dice: "Palabra fiel y digna de ser recibida por todos que Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores de los cuales, dijo San Pablo, yo soy el primero" (1 Tim. 1:15. En segundo lugar tene­mos que reconocer que el propósito de Jesús al venir y morir en la cruz fue para expiar y llevar nuestros pecados, o sea remover la causa de nuestra condenación, infelicidad e insatisfacción.

La Biblia dice: "Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe;
y esto no de vosotros, pues es don de Dios, no por obras para que nadie se gloríe" (Efesios 2:8) En tercer lugar tenemos que recono­cer que en nosotros no tenemos merito alguno para granjearnos el per­dón y la salvación de Dios. Los méritos están en Jesucristo, en lo que él hizo por nosotros y no en lo que nosotros hacemos. Dios solo pide al hombre un solo elemento, su fe. Cuando la fe de la persona logra apoyarse, asirse del sacrificio redentor de Jesucristo, ello trae por consecuencias perdón de pecados, vida en abundancia y satisfacción internas. San Pablo nos dice: "Y el os dio vida a vosotros cuando estabais muertos en delitos y pecados" (Efesios 2:1). En Romanos 5:1 nos dice: "Justifica­dos, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.

En 4to y último lugar Jesús dijo: "He aquí, yo estoy a la puerta y
llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en el y cenaré con el y el con migo" que si lo traducimos a lo argentino sería: "nos tomaremos unos mates juntos". Dios no fuerza a nadie. La desición tiene que ser personal. Ahora bien, si voluntariamente y por la fe le abres tu corazón a Jesucristo, el entra y lo que sucede dentro de ti es algo revolucionario, es una experiencia indescrip­tible, gloriosa transformadora, trascendente.
¿Por que no abres la puerta de tu corazón para que Jesús entre en ti?. ?Por qué seguir, corriendo de arriba para abajo, detrás de este, de aquél,
de esta a otra cosa sin resultados positivos para tu alma?

¡CRISTO ES LA SOLUCIÓN!. "Si oyereis hoy su voz no endurezcas tu co­razón" En esta hora, amigo o amiga que me escuchas, yo quiero hacerte
una invitación: si quieres aceptar a Jesucristo como tu salvador personal, como tu Dios, como tu todo en la vida, si crees que el puede sal­varte y cambiar tu condición triste, ahí, al lado de tu radio cierra
cierra tus ojos y haz esta oración de arrepentimiento y fe… ora conmigo…



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