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viernes, 30 de septiembre de 2011

KIKIRIKIIIIIIIIII

 El hombre por naturaleza siente placer cuando habla de si mismo. Se cree valiente, infalible, bueno, justo capaz y tantas cosas más.

Uno de los propósitos por los cuales Jesús vino al mundo fue para mostrar al hombre quien es el hombre y cuáles son sus posibilidades; cuál es su posibilidad cuando no se fija en la misericordia de Dios.

Fuera del reino de Cristo el hombre no es más que un perdido en medio de las tinieblas. Solamente dentro del reino de Cristo, bajo su mirada de misericordia, el hombre encuentra seguridad, descanso y futuro. Con su mirada de misericordia en dirección del hombre, Cristo lo salva.

 Cuando Jesús comenzó a hablar a sus discípulos de su inminente pasión y muerte, y que todos ellos lo abandonarían por causa y obra del miedo a los judíos; Simón Pedro, muy lleno de si mismo, no estaba de acuerdo y, confiando en si mismo hace su 'Voto' de fidelidad: Señor yo estoy dispuesto a ir contigo, no sólo a la cárcel, sino también a la muerte.

Pero Jesús conoce más que nadie al miserable corazón de los seres humanos. Sabe que es muy difícil, hasta es imposible lo que está diciendo Pedro con tanta facilidad de la boca hacía afuera. Por eso Jesús tiene que responder: "Te aseguro, Pedro, tu que me conoces, esta misma_noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces".

 Momentos más tarde, ya en el Jardín de Getsemaní, comienza el examen de la fe, de la autosuficiencia y del coraje de Pedro. Jesús pide que él y sus compañeros se queden a vigi¬lar y a orar... Pero no aguantaron ni si quiera una hora, y el sueño los vencía. El sueño ya era más fuerte que todo entusiasmo y fidelidad.

 Ese es el hombre: el que cree que sabe, pero no sabe nada. Que cree que puede, pero no puede nada. Que cree que alcanza, pero no alcanza nada. Pobre Pedro y pobres discípulos...Pobre yo mismo... y pobres ustedes. Todos somos muy optimistas en nuestro propio interior, cuando de la propia seguridad estamos hablando.

 Pedro en un determinado momento, tal vez más bien por su autodefensa, le cortó la ore¬ja a -uno de los soldados. Jesús tiene que reprenderlo, lo que EL necesita no es la fuerza de la espada.

 En el patio del sumo sacerdote intentó acompañar “desde lejos” a los acontecimientos y a las vivencias del Señor. Pero solo buscaba su propia seguridad. De pronto perdió su intre¬pidez y seguridad. En la hora del peligro se notó que era otro Pedro. Viendo comprometida su propia seguridad, ya ni se acordaba de lo que había prometido... “Iré contigo, no sólo a la cárcel, sino también a la muerte”. Aquel Pedro que se acercó al fuego para calentarse, ya no estaba dispuesto a ir a la cárcel, menos aún a la muerte. ¡Oh, Pedro!, (el hombre roca) tu no eres más que un cascajo. Sucedió exactamente lo que Jesús le había advertido. El Gallo cantó.

 ¡Que tremenda ironía! El hombre: corona de la creación, dotado de un cerebro pensante, y una boca que habla, como ninguna otra criatura. Cuan lejos está de glorificar a Dios. El gallo con mucho menos cerebro, cumple vigorosamente su función. En la hora marcada, no se calla, el tiene que cantar. El instinto de un simple gallo no decepcionó a su Señor; pero el hombre, con todo su cerebro, sí lo decepcionó, fue un fracaso.

 ¡El gallo KIKIRIKI pronunció un tremendo  y sencillo mensaje! Una sola palabra que sólo el gallo entiende, sin embargo reveló la miseria del peca do de Pedro. Al gallo le faltó la segunda parte de su mensaje, sin esa parte, Pedro hubiese tenido el mismo fin que Judas. Pero felizmente Jesús completó ese mensaje con SU MIRADA, ésta estaba llena de misericordia y perdón.

¿Cuántas veces el gallo ya cantó por causa de nuestros pecados? ¿Nuestras falsas promesas y propia seguridad?.¿Cuántas promesas se hacen en el día de la confirmación de 'permanecer fiel a su enseñanza hasta la muerte'? ¿Cuántas veces en nuestras vidas ya hemos negado al Salvador? ¿El gallo canta todos los días y nosotros no queremos mas entender su mensaje?

KIKIRIKI, cuántas veces en la vida Dios lo hace sonar!.

Prometimos fidelidad en el matrimonio, pero después de unos años o meses... Al ir a la Mesa del Señor, prometemos corregir nuestra vida, pero... Durante los mensajes del pastor tomamos excelentes resoluciones, pero ni bien terminó el culto... En las enfermedades, pedimos al Señor restablecimiento para servirle mejor, pero ni bien sanados... En las Asambleas de la Iglesia son hechas y resueltos óptimos planes y proyectos, pero... Dentro de la congregación queremos dar a entender que somos fieles y consagrados cristianos, pero fuera... Pedimos a Dios que bendiga el trabajo de nuestras manos, pero a la hora de ofrecerle en la misma medida una ofrenda de gratitud... En fin, en tantas otras oportunidades ya ha cantado el gallo KIKIRIKI.

 Como vemos, oímos y bien sabemos, el gallo no cantó solamente en aquella noche. Como tampoco Jesús sólo fue negado por Pedro en esa noche. El canto del gallo debe ser una severa reprensión y una invitación a hacer un exa¬men de conciencia. No somos mejores que Pedro.

El Señor sigue dirigiendo cada día su mirada llena de compasión hacia nosotros. Arrepentimiento y fe, eso es lo que necesitamos día tras día.

 Tomado de la revista HOJÉAME Nro. 37, Marzo-Abril del año 2000 –Iglesia Evangélica Luterana, Parroquia de Puerto Madryn, Chubut, Argentina


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